Concédeme esos cielos, esos mundos dormidos, el peso del silencio, ese arco, ese abandono, enciéndeme las manos, ahóndame la vida con la dádiva dulce que te pido. Dame la luz sombría, apasionada y firme de esos cielos lejanos, la armonía de esos mundos sellados, dame el límite mudo, el detenido contorno de esas lunas de sombra, su contenido canto. (Vilariño)